
Uno de los mayores retos cuando se lidera un equipo es distribuir adecuadamente el trabajo entre los miembros del equipo, para lo cual hay que definir la carga de trabajo, repartirla según competencias, realizar la supervisión y evitar llevar a alguien al punto de burn out, debido a un desequilibrio en la asignación del trabajo.
Para dividir la carga de trabajo hay que considerar lo que cada uno puede, sabe, quiere y debe hacer; ojo, no siempre se puede cumplir con estos parámetros, pero en la medida de lo posible hay que hacerlo, para que el enfoque sea lo primordial, e decir, que cada quien haga lo que sabe hacer.
En lo que respecta a la supervisión es importante aprender a delegar, que implica estar presente de manera iterativa. Esto básicamente quiere decir que delegar es trabajar doble, porque hay que revisar que lo que se tiene que hacer se haga, al tiempo que le vamos enseñando a alguien cómo hacerlo.
Por último, pero no por ello menos importante, es fácil perder el equilibrio del equipo cuando se le carga la mano a aquellos que trabajan más rápido, que tienen más experiencia, que cuentan con más conocimientos, etc., porque suelen ser lo que sacan el trabajo adelante cuando algo falla, pero podríamos terminar por quemarlos.
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